La puesta de Sol

Después de pedir permiso para abrir canal de comunicación vi a J. remando, río arriba. La rodeaba bonito bosque, hacía sol estupendo. Pensé que tenía mucha fuerza. No me parecía nada fácil remar a contra corriente. Pero ella estaba contenta, estilo un scout, botas de montaña, pantalones cortos de color caqui, camiseta verde oscuro. Al final llegó a un sitio a orilla del río donde dejó la barca, cogió la mochila y diciendo: “Vale, aquí estoy!” y entró en el bosque muy enegéticamente. Dio unos pasos y de repente le atacaron los miedos. No estaba nada preparada, el cambio de su animo fue muy brusco. De repente cayó de rodillas, tocando su vientre, casi sin poder respirar. De miedo, de la angustia. Toda la energía de esfumó. Empezó a llorar. Me pereció que J. decía que ya una vez había perdido lo que más quería y que no quería perder ahora otra vez lo que había conseguido a crear. A mí no solo me sorprendió ese cambio. También me sorprendió que las piedras no hacían nada. Me respondieron que era justo lo que J. necesitaba. Le daban un espacio para que pudiera derramar lagrimas contenidas durante mucho tiempo, para que pudiera expresar el dolor y perdida que llevaba dentro pero muy bien guardada y disfrazada. Al sentir eso, al reconocer dentro de ella esa oleada de tristeza, se recuperaste enseguida. Cogió un fuerte y hondo respiro. Secó con la mano las lagrimas y dijó otra vez: “Vale, ahora sí, aquí estoy”. Un suspiro más y se incorporó, reanudando el camino. Subía montaña arriba con ganas, con decisión, con determinación. Llegó a la cima cuando el Sol empezó a ponerse. Se sentó contemplando un esplendido paisaje. Respiró con el aire fresco y pensó: “Lo he hecho, lo he conseguido yo sola.” Se llenó de la calma y lloró otra vez. Pero no de pena. Más bien era la emoción. Cuando consigues algo que te hacía mucha ilusión y empiezas a llorar. Dando cabida a lo que sientes. Sin retener la emoción, sin apego. La Mookaita empezó a hablar . “ Lo que venimos a mostrarte, eres tu misma y animarte. Pero no somos como un espejo. Tu si lo deseas puedes conectar con tus emociones aunque el Ego las puede esconder mucho. La Calcita Dorada ilumina todas tus sombras y crea espacio para que puedas liberar todo lo que está escondido en ellas. Las heridas que no te dejan ser autentica. Si te permites a ti misma, lo vas a ver y rápidamente lo podrás integrar y yo, la Mookaite te doy toda la energía para seguir tu camino. Date tiempo. Obsérvate. Mira los recuerdos, reconoce el dolor que está en ellos y déjalo ir. No tengas prisa. Llegarás a tu puesta de Sol. Porque el Sol te espera. Es como el padre que esperara a su hija siempre. Pase lo que pase. Date tiempo.”

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