Cuantas veces habéis oído o leído que tú solo creas tu realidad? Pues aquí tenéis un ejemplo. Fijaos como cambia el gato.
Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación entre una cliente mía y las piedras me pareció verla sentada en el escritorio antiguo, escribiendo algo con muchísima atención. La veía contenta pero estabas sumergida en su mundo, maravilloso solo para ella. Todo estaba en penumbra, como si todas las ventanas estuvieran cerradas. A su lado estaba un gato pero más perecía a una estatua del Antiguo Egipto, que un gato real. Estaba como ella muy ensimismado, serio y estilizado. Ella segía escribiendo como si su alrededor no tenia ninguna importancia. Le pregunté si no seria mejor abrir ventanas para que entrara la luz y aire freso, pero ni siquiera me miró. Pregunté a las piedras que le podían aportar. A los dos lados de su cabeza aparecieron los pequeños angelitos. Abrieron sus ojos como si fueran persianas. Poco a poco subían los parpados para que viera lo que la rodeaba. Por fin se levantó y acercó a la puerta del jardín. Al gato ya no estaba tan egipcio. Lo contrario. Era godito, muy mimoso y acariciaba sus piernas para que le diera mimos. Salieron juntos fuera. Parecía que ella estaba alucinando con la belleza de la naturaleza. El gato lo contrario, formaba parte de la belleza y exuberancia de la primavera que les rodeaba. Ella todavía tenía en manos el cuaderno y lápiz. Se tumbó en el rinconcito precioso, rodeada por zumbido de los insectos, olores y colores de las flore. Tenía el impulso de coger el cuaderno y volver a escribir pero no lo hizo. Cerró los ojos. Junto con ese precioso gato gordo, disfrutaba de todo lo que la rodeaba . Y aunque perece contradictorio, veía más allí, en en jardín con los ojos cerrados que dentro de la casa con los ojos abiertos.
Y a ti, que gato de acompaña?

En la foto colgante de Cornalina