Gasius

En primavera Eva con la que trabajo me hizo una sanación que, pasados los meses puedo decir que cambió mi vida. Al final, cuando ya estábamos acabado me dijo: “Y tu gato pide que le dejes ir.” Mi primera reacción fue una sorpresa. Hace un año cuando enfermó me pareció que lo había hecho. Me había sentado con él y me había despedido. Pues, al oír sus palabras tenía dos posibilidades. La primera, la más tentativa, negarlo. Decir que ya lo había hecho y no sabía de que me hablaba porque lo último que quería para Gasius, el ser vivo que más tiempo me había aguantado, 18 años, era que sufriera por mí. Pero, y si eso no era la verdad? Si me había engañado a mi misma? Si temía tanto quedarme sola que había fingido? Bueno, si que hablaba con Gasius llorando como una desesperada, diciendo que se pudiera ir cuando quisiera…Pero… lo hice de verdad desde corazón? Pensé en los mensajes de los minerales muy claros y evidentes para mí que las personas se negaron rotundamente. Qué fácil era verlo desde fuera y que difícil verlo en uno mismo. Os lo cuento por humildad de una persona que también tiene sus retos. Y superar mi miedo del abandono es el gran reto de muchas vidas mías. Pues, acepté que no me había despedido tal como debía. Que seguía anclando a Gasius, en la vida que ya deseaba dejar.
Y entonces vino un gran aprendizaje. Un día, me senté enfrente de él. Me pareció verlo como a un hombre. No me sorprendió eso. Ya sabía que hemos pasado varias vidas juntos. Vi los lazos que nos unían. Eran los lazos de bonita luz. Dije desde mi corazón que los únicos lazos entre nosotros fueran los de amor. Y entonces oí la voz de mis guías: “Lo ves? Lo haces otra vez. Los lazos son los lazos. Lo atas sin dejar que vuela. Déjale ir de verdad” Las lagrimas me llenaron los ojos porque supe que era la verdad y que ese era el momento para aceptarlo. Pedí la asistencia de mis guías, de Merlin, y con ayuda de Excalibur corté los lazos.
Lo que experimenté luego era precioso y magico. Vi como desde el corazón de Gasius empezó a expandirse preciosa esfera de luz que crecía y crecía. Desde mi corazón también comenzó a crecer una esfera. Y en un momento nuestras esferas se unieron. Y entonces entendí por fin cual era la diferencia de los lazos que atan y la libertad que une. Que poca energía se puede trasmitir si solo se la envía por un cordoncito y cuanta es posible sentir si nos expandimos todos con amor. Seguía llorando pero ya no eran las lágrimas de tristeza sino de alegría y emoción.
Unos meses después Gasius murió. Me acompañó hasta que me fuera de casa donde no me sentía bien y dos semanas después de mudarme, se fue. Nos cuidó hasta el final. El día de su muerte, el 15 de agosto, en plena Fiesta Mayor de mi pueblo esperó que volviéramos con mi hijo a casa después de un evento. Pude sentir sus últimos latidos envolviéndolo en todo mi amor. Tuvimos tiempo de enterrarlo en un bosque y volver a un concierto en el que quería participa mi hijo. Como si todo estaba programado.
Le deseo buen camino. Y le agradezco todo lo que hizo por mí en esta y otras vidas. Era un gran maestro de amor. Mi gran amigo de cuatro patas. Quizás algún día coincidimos otra vez en alguna aventura. Quizás no. Da igual. Lo que importa, ya está escrito en los libros de nuestras vidas para siempre.
Buen camino Gasius.