Comparto con vosotros una de las primeras comunicaciones de este año. Me hizo pensar bastante….
Al pedir presencia del Yo superior de N., la vi enfrente de mí. Su vestido era como de otra época, llevaba el pelo largo también. Tenía los ojos cerrados. Cuando pedí que las piedras le aportaran lo que necesitaba para expresar libremente su propia luz, de repente, empezó a caer. Como si se hubiera abierto un agujero oscuro debajo de sus pies. Caía a gran velocidad pero estaba muy tranquila, seguía con los ojos cerrados, su vestido y pelo bailaban con el viento. Vi las manos luminosas y largas que consiguieron cogerla y subir a la superficie. Eran las energías de Angelita y Sugilita. Las dos energías se miraron una a otra y Sugilita preguntó: “Por qué lo hiciste?” Y N. respondió: “Porque me he rendido. Ha llegado el tiempo de rendirse.” Otra vez Angelita y Sugilita se miraron como si buscaran las palabras adecuadas para seguir esa conversación. Sugilita insistió: “Vale, pero por qué con los ojos cerrados?” Y N. respondió: “Porque confío.” Sugilita después de una pausa dijo: “Todo lo que piensas es verdad y al mismo tiempo todo lo que crees es mentira.” Pensé que Sugilita era muy dura con N. porque a fin de cuantas rendirse y confiar es justo lo que deberíamos hacer. Y Sugilita me respondió: “A gran parte de los seres humanos os cuesta ver la totalidad de la vida. Cerráis los ojos, y caéis por inercia a un agujero como si eso fuera la vida entera. Y es solo un agujero nada más. Para rendirse a la vida, hace falta verla, hace falta sentirla. No lo puedes hacer con los ojos cerrados. Como si el camino no dependía de ti. Para expresar la confianza hace falta andar, no caer.” N. ya tenía los ojos abiertos y miraba atentamente a la Sugilita que le dio ese mensaje: “Siempre cuanto me sostengas en las manos te conectaré con la vida. La vida real, la vida que podrás palpar y saborea. Rinde el homenaje a la vida! La vida que es tu madre. Para ser madre honra a todas las madres de tu linaje. Cógeme y repite: Honro a todas las madres de mi linaje y honro a la madre Tierra que me sostiene!”
Me pareció ver como si desde cada una de las células del cuerpo de N. hubiera salido un cordoncito. La rodearon los elementales, como unas pequeñas hadas. Ellas hilaban ese cordoncito de color de Sugilita y lo sujetaban en la Tierra. N. se sentía cada vez más segura, más feliz, más femenina.
En ese momento sentí la energía de la Angelita, que sobre todo se situó en su garganta. Tan como Sugilita había conectado a N. con la Tierra, Angelita la conectaba con el elemento Aire. N. sintió una abertura en el cuello. Cogió aire. Se sintió renovada, con ganas y conciencia para empezar nuevos caminos. Se hizo muy presente elemento aire. Incluso a través de Angelita empezó a vibrar el símbolo de Reiki de las Hadas que pertenece a ese elemento. Elemento que le ayudará a crear puentes, a expresar su verdad, a encontrar su sonido y a escuchar a sí misma.