Cuando empecé esa sintonización vi a la preciosa mujer mirando el mar, desde un acantilado. EL viento jugaba con su largo pelo y el mar le cantaba sus mejores canciones. Se acercó un hombre para llevarla a casa donde esperaban sus hijas pero ella no quería ir allí. Todo parecía perfecto, hombre guapo, casa preciosa , les niñas encantadoras, pero ella no se sentía feliz. La tristeza era tan enorme que incluso me parecía sentir el deseo de suicidarse, de tirarse en ese precioso mar que tenía debajo. No entendía yo cual era la verdadera razón de esa tristeza. Pedí a las piedras que le ayudaran y entonces entendí. Ella era un hada. Y encarnar como una mujer y vivir en nuestro mundo, no es nada fácil. Se sentía rara, diferente… Las piedras le devolvían primero el recuerdo de su verdadero origen para que entendiera que no era un bicho raro, que había más hombres y mujeres como ella. Le daban herramientas para que pudiera conectar con su origen y magia . Y al mismo tiempo le mostraban que había encarnado como mujer por alguna razón. Que lo decidió ella entes de nacer. Que ser un ser humano tiene también mucha magia aunque tan diferente del mundo de donde provenía.