Queréis saber que me contaron esas piedras y Cristina ( nombre, por supuesto inventado)? Aquí tenéis la comunicación.
Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación vi a Cristina en el Antiguo Egipto. La vi como a una mujer joven, muy guapa y muy ambiciosa. Estaba en un precioso jardín, detrás se veía las pirámides, que eran blancas. Me parecía que era una hija de alguien muy rico e importante. Pregunté a las piedras por qué remontamos a esa vida? Y entonces me pareció ver a un hombre, Él la quería mucho y ella a él también pero lo rechazó. Nada muy dramático, solo que Cristina eligió el poder en lugar del amor. Tenía ganas de conseguir algo más que ser una mujer amada. Pero murió muy pronto. Y en el momento de la muerte se arrepintió. Ni poder, ni amor, no disfrutó de verdad del tiempo que vivió allí por colocar sus sueños en el futuro. En el porvenir que nunca vino. Se quedó con ganas.
De verdad esa sensación era muy suave, casi imperceptible. Al verlo, Cristina de ahora dijo: “Pero yo amo, ahora sí que amo”. Las piedras le pidieron que mirara dentro de su corazón. Y al hacerlo tenía que reconocer que dentro guardaba una sensación que no se podía tener todo. Que había que elegir. O amor o satisfacción plena de lo que hacía. Como si se excluyeran las dos cosas. Que siempre, a fin de cuentas, de un lado o del otro, faltaba algo. Esa sensación era como antes muy sutil pero persistente. Como la ultima almendra que resulta amarga. Y aunque has comido otras sabrosas en la boca queda un sabor amargo.
Pregunté a las piedras como le podían ayudar. Lo que intentaron enseñarle era que el discernir desde el corazón era la solución. Es verdad que tenemos que elegir. Pero si elegimos desde el corazón, siempre ganamos. No quedamos con el sabor amargo al final del camino. Me vino a la mente la historia de Horus. Cuando recibo su ojo reconstruido, no se quedó con él. Eligió desde su corazón que prefería recuperar a su padre en el lugar del ojo.
Mira tu corazón, no dudes en su sabiduría y poder. Vive 100%.