Te punchan las piedras en el río?

Aprovecho ese colgante hecho de una pieza preciosa que une la fuerza de Ágata y la de Cuarzo para contaros esa comunicación.
Después de pedir permiso para abrir canal de comunicación vi a H. andando por el medio de un riachuelo, en las montañas. Todo su ser expresaba que estaba experimentado las sensaciones contrarias. Por un lado le daba gusto el agua fresquita pero el mismo tiempo era tan fría que no le gustaba. Por un lado disfrutaba con el tacto de las piedras redondeadas del río pero al miso tiempo te punchaban otras e iba esperando en cada momento el dolor. La belleza del paisaje que la rodeaba le daba calma pero los rinconcitos del río llenos de hojas caídas y varios bichitos le daban asco. En fin, un gran lío emocional. Un “Sí” pero “No”. La energía del Cuarzo la paró y le ordenó: “Para, para! Así no.” La envolvió en una toalla suave, blanca, tan agradable en el tacto que parecía estar hacha de las plumas. Con ese suave abrazo la dirijo a la orilla. Allí sentados siguió hablarle: “Te quiero ofrecer ese momento de contemplación. Mira el río! Mira como fluye! Te puedo acompañar en cada momento pero eres tú quien tiene que tener claro lo que quiere hacer. Míralo bien todo. Date tiempo para decidir. No tengas prisa. Tienes mucho tiempo. Yo diría que incluso tienes toda la eternidad. Pues, primera el río, siente que te trasmite y luego desde el corazón decide que quieres.”
En este momento H. miró a su izquierda y vio otra energía que era la de Ágata. Ella también la miró y como si respondiera a alguna pregunta suya dijo: “ Yo no digo nada porque ya sé que vas a hacer. Es que ya te has decidido, solo que no le has puesto la conciencia al este hecho. Yo soy las piedras que te punchaban por el camino. Pero no están allí para hacerte mal. Son las situaciones que te hacen reflexionar, avanzar, conocerte mejor, te retan para que te mires a ti misma. Pero como no las ves así y tratas como obstáculos que hay que esquivar, finalmente te hacen mal. Pero es solo darles conciencia y dejarán de doler. Se convertirán en tus grandes aliados. Al elegir ese colgante ya has optado por ese camino. Sé que volverás al río porque de verdad ya lo has hecho. Mírame, soy como terciopelo, no soy un clavo. Y dentro de ti lo sabes solo que a veces con la rapidez de la vida se te olvida. La vida es eterna. Anda poco a poco disfrutando del camino.” H. sonrió a sus piedras que juntas querían acompañarla en esa aventura y entró otra vez en el río. Cerró los ojos. Sintió el frescor del agua que le agradaba, sintió el tacto de las piedras que la conectaban con la tierra. Sonrió a sus adentros y segura hizo otro paso hacia el río.

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