El profesor

Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación vi a V. en una aula vacía. Estaba sentado en un escritorio del profesor rellenando algunos impresos. Muy concentrado en su trabajo ni se dio cuenta que desde su sombra empezaron a salir sus miedos, inseguridades, dudas etcétera. Todo lo que no quería reconocer de sí mismo. Tenían aspecto de unos alumnos gamberros. Se sentaban en los pupitres mirando al V. fijamente. Pero ese ni levantó la cabeza. Finalmente empezaron a hacer ruido, decir unos comentarios poco amables y tirarle las bolas de papel para llamar su atención. V.se levantó furioso obligándoles a gritos que se callaran y respetaran su autoridad. Pero eso solo hizo la situación más tensa. Uno de sus alumnos se acercó a él con cara de poco amigo. En ese momento se activó la energía de Cuarzo Ahumado. Me pareció ver como su energía envolvía toda esa situación, toda la clase. El espacio se hizo mucho más grande alejando a V. profe severo de su alumno rebelde. Cuarzo Ahumado dijo a V.: “No te das cuenta de que ese rebelde y mal educado niñato eres tú mismo, verdad?” V. respondió enfadado: “Que va!!!!! Yo no soy así. No sé de qué me estás hablando.” Cuarzo Ahumado con mucha paz continuó: “Quizás me haya expresado mal. No es que seas tú. Es una parte tuya que no reconoces pero existe. De verdad el profe severo y el alumno gamberro es la misma energía expresada en sus extremos. Ni uno ni el otro eres tú de verdad. Te quiero acompañar en el camino hacia tu centro. Ven conmigo!” La esfera de Cuarzo Ahumado cada vez se hacía más pequeña y la distancia entre el V. profe y V. alumno disminuía también. Los dos se transformaban y cuando V. sintió la energía del Cuarzo Ahumado en su corazón se dio cuenta de que estaba de pie apoyado al escritorio mirando a sus alumnos que estudiaban en silencio. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Susurró al Cuarzo Ahumado: “Me da vergüenza llorar.” Y ese le respondió: “No te da vergüenza llorar. Te da vergüenza reconocer que eres un maestro demasiado severo contigo mismo. Te da vergüenza reconocer tu vulnerabilidad. Pero la verdad es que sentirla te da tanta satisfacción que tus ojos se llenan de lágrimas de emoción. Cuando ves tus miedos rebeldes con los ojos del maestro sabio y comprensivo se convierten en los alumnos aplicados. Y eso te emociona. No tengas vergüenza de tus emociones.” Sentí al lado de V. la energía de Jade. Le llenó de la energía verde de la sabiduría templada y tranquila. V. de verdad disfrutaba de estar en su aula donde observaba con compasión a sus alumnos que habían salido de su sombra para aprender y gracias a su acto de valentía de verse vulnerable y sensible lo estaban consiguiendo. Jade parecía darle palmaditas de aprobación en la espalda y abrazarle para que se permitiera, de verdad, sentirse a gusto con las emociones que le invadían.

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