Después de pedir permiso para abrir canal de comunicación vi a T. cabalgando en un precioso caballo. Le pregunté si sabía montar a caballo y me dijo que no pero le encantaría. Abrazaba el cuello del caballo muy feliz y contenta. Llegaron a un bosque. T. bajó del caballo y juntos entraron entre los arboles. El bosque era frondoso. Con cada paso se hacía más oscuro porque había tanta vegetación que tapaba la luz. En un pequeño claro del bosque estaba una persona. Era como la bruja de los cuentos para los niños, con la nariz puntiaguda, algunas verrugas. Estaba haciendo algo en la tierra. Como si intentara conseguir hacer algún hechizo pero no le salía. T. se sentó enfrente de ella, muy fascinada. La Bruja sintió su presencia y dijo bastante enfadada porque seguía sin conseguir hacer lo que pretendía: “Hoy no recibo visitas, vete!” Pero T. no se movió. De verdad no pudo moverse. Le pareció como si estuviera pegada al suelo y eso la asustó. La bruja repitió con creciente rabia: “TE DIJE QUE HOY NO RECIBO VISITAS, verdad?” Miró por primera vez a T. como si la reconociera. Su cara cambió. Se hizo todavía más maliciosa y dijo: “Vaya ,vaya vaya, a quién lo tenemos aquí?!!!! La Pequeña T. Mírala! Cómo está?!!!!” A T. no le gustaba nada la expresión burlona de la Bruja cuya su cara expresaba mucha ironía y desprecio. Pero siguió sin poder moverse. Tampoco sabía que decir. La bruja se levantó y con paso lento se acercó a T. Empezó a dar vueltas alrededor de ella. Le susurraba al oído: “ Tanto cuidar a todos, tanto cuidar a los animalitos. Y quien cuidará a la pequeña T?!” Aunque sentía yo que esa bruja de alguna manera era la misma T no me gustó como se desarrollaba la comunicación y pregunté a los minerales si no fue el momento de actuar. Efectivamente aparecieron en el mismo momento. La Turmalina Negra cogió de manos a T. que sintió una presión en la garganta. La Turmalina dijo: “Allí en tu garganta está un poderoso Portal Aire. Allí es donde expresas tu verdad, donde te creas a ti misma. Y a veces te faltas respeto. Te ves pequeña, cierras la boca, te sientes pegada a un sitio sin poder moverte pero de verdad es una ilusión. Respétate. Tu tiempo, tu espacio, tu cuerpo. Callas demasiadas cosas y por eso creas a esa bruja. De verdad es tu poder. Pero mira como lo disfrazas. Yo te ayudaré a expresar tu luz. Ahora mira a tu caballo, qué ves?” T. miró al caballo. Era bonito pero… era un caballo. No entendía que quería que viera la Turmalina. Lo miró otra vez. Y abrió la boca de la sorpresa. El caballo desplegó las hermosas alas. Era un pegaso. Cornalina le mostró a T. que la energía del pegaso estaba guardada en ella. La energía del claro de bosque comenzó a moverse. Un gran remolino de arco iris recogió a la bruja y a T. y cuando dejó de dar vueltas, en medio del claro estaba una T. nueva. La T. poderosa y hechicera. Miró a su pegaso , miró a si misma. Le gustó lo que veía. Sonrió y juntos continuaron el camino. Pero ya eran diferentes. No fue un simple caballo y una mujer. Fue un hermoso pegaos y una mujer que entiende su poder y su fuerza. Una hechicera que se respeta a si misma.