El mar rosa

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Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación vi una imagen bien curiosa. Era el cuerpo de Á. lleno de la energía liquida del Cuarzo Rosa. Estaba como una bolsa de plástico, sin forma ninguna, como si no tuviera los huesos. Pregunté al mineral qué estaba pasando. Respondió que nada, que Á. pedía que la rellenara del amor y él lo estaba haciendo. Lo que pasaba era que Á. no incluía el amor propio que le habría dado la solidez. Su Cuarzo Rosa la conocía muy bien y aceptaba todos los deseos profundos de su ser sin juzgar, ni insistir. Pensé que algo no iba bien por eso pedí asistencia de los ángeles. Apareció uno con preciosas alas rosas. Miró toda la escena. Sacó un cuaderno y un lápiz y preguntó con voz firme: “¿Á? y añadió sus apellidos. Su voz era dulce pero el tono era contundente como si se tratara de algún interrogatorio. Por eso de manera mágica Á. recobró la forma. Se puso de pie intentando mantener la compostura. Parecía asustada. El ángel siguió: “¿Dónde ha perdido usted el amor propio?” Á. no sabía que responder. No entendía bien lo que pasaba. Preguntó si había hecho algo mal. El ángel la miró. Se acercó a ella. La abrazó con sus grandes alas rosadas creando un espacio sagrado y susurró a su oído: “El amor nunca es malo pero tiene que salir desde dentro. Dentro de ti escondes zonas que han sido heridas y todavía no han cicatrizado. Pero no las quieres ver. No eres ni primera ni la última. Las personas suelen tapar el dolor. Algunos lo hacen con las adicciones, otros con la rabia y violencia. Y tú lo haces con el amor desbordado. El amor es tu herramienta de supervivencia.” La imagen cambió. Vi a Á. en un barco de remos en el mar embravecido. El mar era de color rosa. Las gigantescas olas del color del Cuarzo Rosa casi no le permitían avanzar. El cielo y la barca también eran de color rosa. Aunque grandes olas no paraban de golpear su barca Á. consiguió llegar a una isla. Obviamente también era de color rosa. Entre las palmeras rosas en la arena rosa estaba un baúl. La mujer oyó la voz del ángel: “Allí dentro escondes a toda costa todo lo que te dolió. Todo lo que no puedes o no sabes amar dentro de ti. Te proteges con las oleadas de amor pero como salen de esta isla que esconde tu dolor, se desbordan y finalmente te quitan tus contornos. Inundan en lugar de nutrir y dar vida. ¡Conecta con tu Cuarzo Rosa y pídele que te ayude a sanarte por dentro y perdonarte a ti misma!” Á. observó el baúl. Puso las manos encima de él. Sintió como el mar se aquietaba y el viento cesaba. Percibió como sus manos se llenaron con la energía del Cuarzo Rosa. Oyó la voz de su mineral en su interior: “Soy la energía cristalina que fluye sin detenerse pero al mismo tiempo sé cristalizar y dar forma a todo que relleno. Estás llena de amor pero aun no conoces su verdadero potencial. Puedes abrir el baúl y sacar cualquier recuerdo doloroso tuyo. ¡Imagínalo entre tus manos. Envía mi energía hacia ese recuerdo y yo lo convertiré en precioso cristal rosa! Es más fácil de lo que parece. ¡Solo envía conscientemente mi energía! ¡Mantén la intención de querer reconocer y soltar lo que te ha hecho daño!. Yo haré el resto.” Á. levantó la vista y contempló el rosado paisaje de la isla. Sentía que no era el momento de abrir al baúl pero tenía muchas ganas de descansar y de disfrutar del calma de su mar rosa. Se estiró en la playa escuchando el susurro de las olas. En se acto tan simple de abrirse a sus necesidades descubrió el amor propio. Sonrió. Cerró los ojos y simplemente se echó una siesta.

Si deseas conocer el mensaje de algún mineral y recibir su sanación, escríbeme!

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