Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación los vi a los dos, a ella – Anna y a la energía de su hijo. Los vi sentados alrededor de una hoguera mágica. La hoguera tenía las llamas violetas como la Amatista. Los dos estaban muy concentrados y tranquilos porque venían a la hoguera los maestros. Yo no lo reconocía pero eran seres de luz, que venían, se sentaban con ellos y les enseñaban su sabiduría. Y luego se iban dando espacio a los siguientes. Era precioso. Tanto Anna como su hijo se nutrían de esa sabiduría, con toda la ilusión porque sabían que, dentro de poco, tocaría vivirla en sus vidas. Los sentía muy ilusionados y entusiasmados. Todo ese proceso estaba acompañado por los delfines que rodearon a ellos y a la hoguera , creando un campo electromagnético muy estable. Era como si tejieran en el aire la energía de juego, de amor, de unidad. Cuando esas “ clases” terminaron, Anna y su hijo se miraron a los ojos. Y él le dijo a Anna:” Te esperaba mucho tiempo” Y ella sorprendida le respondió: “Tú????? Yo te esperaba mucho tiempo”. Y se rieron los dos. Él añadió: “Ahora estamos preparados los dos. Antes ni yo ni tú teníamos suficiente valentía para ser nosotros mismos. Tuvimos que pasar por todos los pasos. Ahora sí, es nuestro tiempo.”
En ese momento vinieron a la hoguera , el otro niño y un hombre. Por encima de ellos se creó gigantesca merkaba de color violeta. Me parecía que estaba limpiando todo el espacio que les rodeaba. Sentía yo que tenían sus lecciones por aprender, como todos, pero esa energía violeta intentaría ayudarles ver por encima de los velos de dualidad. Para que pudieran ver rápido las lecciones detrás de las situaciones y avanzar felices. Al final los vi a los cuatro andando por la playa, radiantes y alegres.