Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación vi a un hombre calvo, un poco gordito. Llevaba una túnica blanca y miraba las estrellas. Pensé que era un recuerdo de una encarnación de M. del Egipto pero entonces miré las estrellas y me di cuenta que no estaba en la Tierra. Ese hombre estaba bajo el cielo estrellado de Orión. Miraba las estrellas. Tuve la sensación de que su mirada llegaba a través del espacio hacia la Tierra. Hacía un tiempo en concreto, cuando M. vivía en Antiguo Egipto. Sentí la necesidad de buscar una piedra más, a parte del conjunto, para que M. pudiera llevarla consigo y recuperar poco a poco su conexión con Orión. La conexión con los constructores de pirámides, las pirámides de forma de octaedro, tal como se los había creado hace unas eras. Gracias a la energía del cristal se estableció un circuito en forma de infinito entre ese hombre del Orión y M. para que los dos pudieran nutrirse uno a otro y evolucionar juntos. Luego se activó la energía de Granate que se situó en el chakra de la garganta. La elección de ese chacra me sorprendió. Es la piedra que normalmente actúa en los chacras inferiores. Granate respondió a mis dudas: “Es que le doy peso de la verdad a sus palabras. Las palabras tienen la fuerza creadora. Quiero que la voz de M. exprese la verdad de la Tierra en la que vive. Por eso conecto su chacra garganta con la tierra.” Pensé que eso era muy bonito pero a veces podría ser demasiado “pesado”. Entonces vino la energía de Cianita para equilibrar el trabajo de Granate. Cianita facilitó a M. la conexión con elemento aire que le iba a aportar la frescura de la inspiración y nuevas ideas. Las dos piedras en perfecta armonía consiguieron que el chakra garganta de M. se quedara ni demasiado abierto ni demasiado cerrado. Gracias a los minerales empezó a funcionar en su óptimo estado.
Después me llamó la atención Azurita con Malaquita. Su energía empezó a palpitar suavemente, como expandiéndose y luego contrayéndose. Al fijar mi vista en la piedra me di cuenta de que se había convertido en un huevo del dragón. M. con su energía femenina y masculina hizo nacer al dragoncito. Era precios. Con las escamas de color azul y verde. Aunque todavía era pequeño parecía tener muy clara su misión. Dijo a M.: “Mi energía te ayudará a que tus proyectos funcionen. Te conecto con tu energía femenina para crear y adaptarse y con la energía masculina para actuar.”
Sentí la energía de Mookaita que se colocó en la articulación de la cadera. La sentí como si hubiera dado sostén necesario para avanzar, para andar segura de cada paso. En ese momento sentí la energía del Cuarzo Citrino. Aprovechando el empuje de Mookaita desde la cadera, Cuarzo Citrino estiró a M. desde el plexo polar. Susurró:” Hay muchos recuerdos e historias que puedes observar mirando tu pasado. Pero es la hora de dejarlas pasar y apostar por el futuro. Mira adelante y avanza hacia el sol!”
Observé los dos minerales restantes, Piedra Sol y Ojo de tigre. Al principio los percibí en las manos de M. como unas esferas. Pero luego me parecieron ser dos hadas. Bueno más bien tenían el aspecto de las diosas griegas. Cada una con un peinado refinado y las túnicas largas de colores de sus piedras. Dijeron al unísono: “Nosotras te enseñamos a encontrar el imprescindible equilibrio entre dar y recibir. Expresamos también la ley de Causa Efecto. Lo que siembras recibes. Por eso si das mucho sin respetar tus necesidades, lo que vas a recibir será la falta del respeto. Pero estamos aquí justo para que disfrutes tanto de sembrar como de recoger los frutos,” Durante bastante tiempo las energía fluían desde las manos de M. enseñándole a disfrutar dando y recibiendo y a actuar desde la ley de Causa Efecto.