Comparto con vosotros esa comunicación porque creo que es profundamente sanadora.
Después de pedir permiso para abrir canal de comunicación vi a C. en
una oficina. Pero todo era muy raro. Aunque era una oficina parecía más
una calle en la hora punta. Había muchísimas gente andando. Ella estaba
de pie y todos la empujaban. Como si no la vieran. Era muy agobiante
aguantar todo eso. Esos empujones, ese “desprecio gratuito”. Finalmente
C. se escondió bajo un escritorio llorando. Parecía una niña pequeña.
Apareció a su lada la energía de su padre. C. le dijo: “No sé para que
vienes. Nunca me has ayudado mucho.” Su padre estaba junto ella debajo
del escritorio. Sentía también la energía de Cornalina que los envolvía,
allí en el suelo donde estaban escondidos. El padre de C. con la voz
muy baja dijo: “Sí, siempre fui un reto para ti. Y ahora es demasiado
tarde para cambiar algo. Sé que te esperan todavía unos momentos muy
difíciles conmigo. Lo siento mucho. Te pido perdón por todo. No sabía
ser buen padre. Y ahora ya es tarde. Pero te pido, por favor, perdóname.
Mira, si me lo permites, estaré en esa Cornalina. Estaré en ella desde
hoy y luego cuando ya me vaya. Te pido que cuando veas un crepúsculo con
sus colores calurosos, sus tonos anaranjados y rosados, que sepas que
te abrazo. Te envío los abrazos que no te di cuando tocaba. Es lo único
que puedo hacer. Estaré en todos los crepúsculos de tu vida mandándote
apoyo y amor porque lo mereces.”
C. lloró mucho. Y luego las
lágrimas se terminaron. De repente se sintió libre. Se sintió fuerte.
Salió desde abajo del escritorio. La oficina estaba muy diferente. La
gente trabajaba tranquilamente. C. respiró profundamente como si le
hubieran quitado muchos quilos de encima.
La vi en un acantilado.
Sintiendo el aire fresco que limpiaba todas las tenciones, sintiendo la
seguridad que todo iba bien. Mirando el horizonte donde se ponia el sol.
Aceptando sus rayos anaranjados.
Dorota, thanks so much for the post.Really thank you! Keep writing.