Fiesta de disfraces

Esta comunicación hice para una niña. Como siempre las piedras sabían adaptar el mensaje, incluso para los más pequeños.
Una estrellita volaba con gran velocidad entre las estrellas. Iba muy deprisa porque la esperaba una gran fiesta. La había invitado la Gran Madre Gaia. Pasaba entre las galaxias, nebulosas, agujeros negros, planetas. Aterrizó en la Tierra casi sin aliento. Al tocar el suelo se convirtió en una niña. Miró su vestido contenta. Pero al levantar la vista, de repente se percató que no conocía a nadie. Y se asustó. Todo le parecía demasiado grande, demasiado ruidoso. Le pareció que era la única que no conocía a nadie a causa de llegar tarde. Se sintió muy pequeña. Aterrorizada se escondió debajo de una mesa. Sentí que se había activado el Ojo de Tigre. Su energía actuó como un faro e hizo posible que la encontrara una gran y robusta mujer. En la mano tenía un plato con un trozo de torta de chocolate, con nata y frambuesas. Miró a los ojos de la niña y pidió: „Sal de allí! A mí, sí que me conoces!” La estrellita convertida en niña reconoció a la Gran Madre Gaia y recordó para que hubiera venido. Para pasárselo bien! La Gaia se sentó junto con ella. Le dio la torta y mientras la niña comía le dijo: “ Mira a tu alrededor! Es una fiesta de disfraces. Todos los que ves han venido a divertirse. Pero recuerda, ¡es la fiesta de disfraces! Por eso a veces llevan ropa de un fantasma o un monstruo. A veces son preciosas princesas, otra vez los valientes cowboys, indios intrépidos u ogros feroces. Pero todos, tal como tú. Son las chispas de luz que viajan por el universo. Y ahora han venido a mi fiesta.” La niña poco a poco se tranquilizó. Con la boca llena de sabrosísimo pastel estaba sorprendida que se había asustado tanto. La energía de Ojo de Tigre la acogía dándole seguridad que estaba bien acompañada.
La niña estrellita sintió la energía de Rodonita que le susurró al oído: “Puede pasar que algunos disfraces sean tan buenos que no podrás ver la verdadera luz de los seres que te rodean. Si pasa eso tócame! Yo te daré la capacidad de ver a través de las apariencias. Te daré la posibilidad de ver con amor. Porque es el amor que hace posible ver la verdadera naturaleza de los seres. Por más que se disfracen, si los observas a través de la lente de amor verás su luz.”
Se acercó a ella un pequeño poni. Pero cuando la niña lo miró a través de la Rodonita se dio cuenta de que era un pegacornio, es decir un unicornio con alas. Desprendía la luz arcoiris a su alrededor. Hizo una mueca a la niña diciendo: “Siempre cuando quieras estaré a tu lado.”
La energía de Rodonita rodeó a la niña entrelazándola con toda la creación. Con el maravilloso mundo creado por la Gaia solo para pasárselo bien.

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