La Chispa

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Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación vi una imagen muy curiosa. Era una esfera que parecía ser de algún metal muy resistente. Pero al mismo tiempo emanaba oleadas de luz que se expandían en olas de colores como si fuera un arcoíris. Se presentó la energía del Ojo de Tigre e hizo posible ver que había dentro de la esfera. Las oleadas de energía que se percibía eran el resultado de choques que daba una dorada chispa que estaba encerrada dentro. Se movía a gran velocidad y al golpear a los bordes de la esfera descargaba mucha energía. Sentí a C. al lado de su Ojo de Tigre observando desde fuera la esfera metálica. El mineral la abrazó diciendo: “Es tu chispa que intentas controlar. De alguna manera lo consigues. Percibes un poco de su energía pero ni siquiera tocas su verdadero potencial. De esta manera no la controlas. La encarcelas. Lo haces de forma instintiva. Es un mecanismo de supervivencia. ¡Mira, dentro de ti! ¿Qué realmente temes?” C. miraba la esfera metálica sintiendo como su chispa fracasaba en los intentos de escapar de su cárcel. Cerró los ojos y dijo: “Tengo miedo de perderme a mí misma.” El Ojo te Tigre la abrigó todavía más y susurró a su oído: “Si encarcelas a tu chispa. Tarde o temprano te sentirás agotada. Pensarás que el camino que has elegido no es correcto. Se abrirá una brecha en la esfera y perderás tu chispa. Tus miedos se cumplirás. El miedo nunca es buen consejero. Todavía menos cuando es el miedo no reconocido, disfrazado por una mera intención de tener control. Mira, ¿has pensado por qué te caigo tan bien? Porque justo hago lo que anhelas. Sé contener el Sol dentro de mi cuerpo físico y estable. Tú también puede contener tu chispa. ¡Pero no como algo externo! Tienes que integrar tu gran potencial y entender que el único espacio que necesita es tu cuerpo físico. La verdadera vasija que necesita tu luz, es tu corazón.” C. observaba la esfera de metal con la chispa dentro y en su interior sentía que su Ojo de Tigre tenía razón. La piedra continuó: “Siente mi energía. Imagina el Sol dentro de mí. ¿Cómo es?” C. dijo solo una palabra: “¡Feliz!”. El Ojo de Tigre siguió hablando: “Sí, es feliz. Y tu chispa también estará feliz cuando realmente la incorpores dentro de ti.” C. brazada por la energía del mineral sintió como se introducía en la esfera metálica que en ese momento despareció. La mujer sintió el impacto en su corazón. Estalló allí una luz dorada. Sus rayos se conectaban primero con sus manos, luego con todos los chacras, después órganos y glándulas. Al final se percibía los hijos dorados que conectaban su corazón con cada una de sus células y un grande tubo de luz que bajaba hacia el corazón de Madre Tierra. En ese instante C. sintió como si estuviera dentro de su Sol Interno. Era una habitación en la que reinaba paz y contemplación. Miró abajo y vio a una gata negra. Oyó su voz en la cabeza. “Cuando te conectas con tu verdadero ser, con tu luz y entiendes que eres la vasija que la contiene, te das cuenta de que eres parte de la Tierra y que realmente ella te contiene a ti. Pues, puedes viajar por las dimensiones y nunca te perderás. Porque siempre tendrás el hilo dorado que te llevará a casa. Eres un ser multidimensional tal como yo. ¿Te apetece viajar conmigo?” C. se sentía muy emocionada y al mismo tiempo como si quitara un peso de encima. No se daba cuenta cuanta energía gastaba para retener a su chispa. Miró a la gata y le respondió: ¿A qué esperamos?” y sonrió sintiendo la felicidad.

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