La torre

Después de pedir permiso para abrir el canal de comunicación entre M. y las piedras me pareció verle subiendo las escaleras de una torre. Era un sitio extraño. Parecía abandonado pero al mismo tiempo estaba muy limpio y hacía mucha luz allí dentro. Se oía mucho viento como si la torre estuviera situada en algún acantilado. Percibía a M. decidido, seguro de su objetivo, es decir- subir a lo alto de la torre. Sentí a su lado la energía de Ágata de Botswana. M. tenía cada vez más frío por eso la energía de la piedra le ofreció su apoyo en forma de una manta calentita pero él lo rechazó diciendo que no necesitaba ninguna ayuda. Ágata de Botswana hizo la mueca como si hubiera sabido que le iba a responder eso.  Le dijo: “Yo no pretendo hacer tus pasos. Eres tu quien tiene que caminar y hacerte tu propio camino. Lo que pasa es que no necesitas hacerlo solo.” En ese momento sentí como la energía de Triqueta se estaba colocando en el timo de Miguel. Me invadió la tristeza y ganas de llorar. Ágata de Botswana dijo a Miguel quien intentaba cerrarse a esa sensación: “ Hay memorias dentro de ti que te dividen por dentro. Te alejan del entendimiento de la unidad y eso te hace triste. Llora! Las lágrimas solo liberan las memorias para que puedas ser libre y dejar de sentirte separado.” De repente aparecieron en las escaleras energías de Súper Siete y de Fluorita. Estaban delante de M. de manera que no había espacio para que pudiera subir las escaleras. En primer momento sentí una tensión muy profunda entre las energías de las piedras y la del M. Como si los tres fueran niños tozudos y enfadados, preparados para defender su punto de vista hasta pelearse. Pero entonces las energías de las piedras se convirtieron en llamas y entraron en el corazón de Miguel. Me pareció que representaban sus dos lados, uno sensible, tierno, delicado pero al mismo tiempo vulnerable y el otro decidido, fuerte, seguro y valiente. Pensé en la Llama Trina del Corazón y que las energías de esas dos piedras representaban y resguardaban la energía y la fuerza creadora de lo femenino y lo masculino dentro de M. Creo que el propósito de los minerales era sostener las dos llamas para ayudarle a crear la tercera llama de unificación. Que sería “ Miguel entero”, realizado, viendo sus partes creadoras de lo femenino y masculino como la fuente de su fuerza interior y seguridad en lugar de algo que le dividía por dentro cuando intentaba colocarse en solo una de ellas. Sentí que M. se relajó y otra vez salió la sensación de tristeza. Me pareció ver la energía de Aguamarina como una gran esfera de color azul. Rodeó a Miguel como si le abrazara. Sentí una presencia. Pensé que quizás fuera un ángel. Pero no. Fue Kuan Yin, la Diosa de Misericordia. La energía unificada de Aguamarina y de ella abrazó a Miguel. Kuan Yin le dijo: “Tienes que tener más compasión contigo mismo. Eres muy severo observándote. Te juzgas a ti mismo y eso crea una brecha dentro de ti por la cual entra la tristeza. ¡Sé compasivo contigo mismo! ¡Ámate tal como eres! No estás solo!!!!” La energía de Serafinita se presentó en forma de grandes alas que recogieron a la esfera azul de Aguamarina. Para mí representaron la conexión con los guías. Una vocecita susurró más a mí que a M: “Da igual si lo crees o no. Estás bien acompañado.” La Cianita se acercó a Miguel en forma de una mujer preciosa con una llave en la mano. Le miró a los ojos diciendo: “No tengas miedo de conectar con tus emociones. Ninguna es, ni buena, ni mala. Son las emociones que te crean a ti. No des la espalda a ninguna!!!!! Si sientes lágrimas, llora! Si sientes dar un rugido de fuerza desmesurada, ¡hazlo! Siente para vivir!!!!” M. se sentó en las escaleras. Le daba igual la torre. No sabía si seguir subiendo o bajando. En ese momento las piezas de Ágata Musgo se convirtieron en unas hadas. Le susurraron: “No tienes que hacer ni uno ni el otro. Si nos permites te llevaremos al campo!” M. impresionado con todo lo que estaba pasando asintió. La esfera de Aguamarina de compasión llevó a M. y las hadas a un precioso prado lleno de flores. Allí las hadas empezaron a coser los trozos perdidos de Miguel como si fuera una preciosa manta. Y él tumbado, sintió paz y la profunda sensación de confianza que todo iría bien.

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