Potaje que nos prepararon otros

Hoy comparto con vosotros la comunicación que hice hace unos dias con ese colgante.

Después de pedir permiso para abrir canal de comunicación vi a L. sentada en un bar. Había mucho ajetreo en ese pequeño bar, la gente comiendo, ruido de las charlas, todos bastante apretados. L. estaba sola, comiendo un potaje, observando a todos. En un momento dado sentí las energías de los minerales que se presentaron en forma de dos personas, que se sentaron junto a ella. El hombre Cornalina a su lado izquierdo y el hombre Jade a su lado derecho. Los tres estaban mirando a la gente tal como lo hacia L. cual mientras tanto comía su potaje. L. miró su plato y dijo a Cornalina: “No está tan malo.” Cornalina ni la miró, solo susurró: “Si lo dices tú.” L. se sintió mal. Miró otra vez su plato. Sentía en su interior que estaba comiendo un potaje que no había preparado ella. Pero no se sentía capaz en ese momento de levantarse e irse a su casa para hacerse su comida. Parecía que iba a llorar. Cornalina lo sintió y dijo: “Deja que te muestro que puedes hacer.” En un abrir y cerrar los ojos, L. sintió que se convertía en la dueña del bar. Estaba sirviendo a todos algo delicioso. Estaba sonriente, hablando con la gente. Se notaba que todos querían hablar con ella, que la apreciaban y reconocían su trabajo.
Todo volvió otra vez a la imagen principal. Otra vez estaba sola con sus piedras. Miró otra vez su potaje y lo apartó de si misma. Cornalina cogió su mano y dijo: “Todo tiene su momento y su tiempo. Pero es importante que seas siempre sincera contigo misma. Ni te desesperes ni engañes que toda va bien. Solo siente.” L. cerró los ojos, sintió que la llenaba la energía de color naranja, calentito, agradable que callaba su mente, que la devolvía el sentido de la vida. Cornalina continuó: “Solo siente. No opines, no des etiquetas, no juzgues. Todo lo que haces, es lo mejor y necesario para ti. No des demasiadas vueltas. Solo siente la vida.” L. suspiró y abrió otra vez los ojos. El bar seguía el mismo pero ella empezó a mirar a la gente diferente. En ese momento sentí la energía de Jade que se inclinó para decir a la oreja de L.: “Puedes aprender de todos ellos. Tanto ellos como tú sois como unos libros, que se están escribiendo en cada momento. Pero ya lleváis uno cuantos capítulos vividos. De cada uno puedes aprender. Tanto de tu libro como de los demás.” L. comenzó a disfrutar del momento en en cual estaba. Ya no comía ese potaje, solo disfrutaba de la presencia de las personas que la rodeaban. Jade continuó: “Pienso que es el momento que deberías salir de allí.”
Me sorprendí porque pensaba que el bar estaba en medio de una ciudad ruidos, pero al salir, L. se encontró en precioso paisaje vede. De lejos se veía una montaña. Se sentaron los tres en la hierba verde y suave. Cornalina y Jade, estaban con los ojos cerrados tocando a L., cada uno de su lado. Y ella solo miraba. Contemplaba la preciosa montaña que estaba a lo lejos, el horizonte lejano, el azul del cielo, el verde de los prados, lo blanco y rosado de las pequeñas flores que la rodeaban. Veía los colores de la vida. Respiró y sintió la frescura del aire. Sintió la vida!
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