
A
veces relacionamos los colores de las piedras con el color de los
chacras. Hoy comparto con vosotros esa comunicación para mostraros como
Amatista de color violeta puede trabajar en la garganta que se asocia
con al color azul, y Ágata Musgo de color verde en la chacra raíz que
vibra en rojo. Si además os apetece saber quiénes seres están poblando
ese colgante, aquí tenéis toda la comunicación.
Después de pedir permiso para abrir al canal de comunicación sentí que
ese colgante estaba muy poblado. Sentí mucha vida y muchos seres que
convivían en él en armonía. Al principio me conecté con la Amatista
llena de sílfides- hadas del Aire. Estaban cantando y moviéndose con
rapidez. Al conectar con F., las energías sílfides junto con la de
Amatista se colocaron en su garganta. Despejando esa zona para que F.
pudiera expresar y crear su verdadero sonido, crear su música, su
verdad, sin apego, sin estancamiento. Las sílfides removían todo, todo
guardado en la garganta que en algún momento F. no se había atrevido a
decir, y Amatista lo trasmutaba con su precios rayo violeta en sabiduría
y amor.
Luego sentí gran conexión con Ágata Musgo, los gnomos y su
primer chacra. Allí los gnomos gracias al enlace que hacía Ágata Musgo
con tu cuerpo, te conectaban con la Tierra, sus misterios y sus tesoros.
Vi el espacio de su chacra raíz como si fuera una cueva de color verde
oscuro como el de Ágata donde trabajaban con empeño los gnomos.
Esculpían los símbolos, que empezaban a brillar como el oro. Los gnomos
la conectaban con el oro planetario. Con cada movimiento de sus picos
sentía que también su garganta se despejaba todavía más. Como si esos
dos pueblos elementales, de las sílfides y de los gnomos, aunque
trabajaban muy concentrados en su zona facilitaban el trabajo de los
otros.
Miré al Cuarzo pensando que iba a parecer algún otro ser
elemental. Pero no pasó eso. Apareció San Miguel. En su mano tenía la
espada, pero de verdad era el Cuarzo. Sentí como si ese cuarzo como la
espada de San Miguel te conectara con la Torre de Tor y con el dragón
blanco. Vi a F. como a una sacerdotisa que cantaba para el dragón. Era
muy emocionante, F. en la colina, mirando al dragón despidiéndole y al
mismo tiempo dando le bienvenida. Era como si despedía de su forma
física para poder estar en su corazón en otra dimensión guiándola
siempre.